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LA RANA TATIANA


La rana Tatiana marcaba aún más su acento francés, le gustaba presumir de su auténtico origen. Desde que era una renacuaja había vivido en el estanque principal de los Jardines de Luxemburgo. Cuando le preguntaban que si era del pequeño país europeo, levantaba los ojos al cielo, hacía como sí se desmayara y exclamaba con tonos llenos de indignación:
-¡Oh, qué ignorancia!. !Los Jardines de Luxemburgo están en el centro de Paris¡-

Así era esta ranita: exagerada, presumida y a veces un poquito orgullosa; pero tenía cosas buenas, lo malo es que cuando le entraba una de sus famosas rabietas, lo mejor de la rana Tatiana se hundía en lo más profundo de su estanque.
Una vez que ya conoceís a la ranita, os contaré su historia y cómo recibió la mayor lección de humildad de su vida.

Cierto día llegó al estanque un sapo anciano y viajero, tenía una enorme joraba en su espalda, la piel era casi negra y no verde brillante como la de Tatiana, además le faltaba un ojo y siempre llevaba en su lugar una margarita lo que le daba un aspecto muy gracioso, pero poco serio. Este aventurero había recorrido medio mundo saltando de charco en charco, guiándose por las estrellas y trazando su mapa del planeta. Este viejecito era
"aventurero" del "Consejo de Sabios de los Sapos y las Ranas", hacía muchísimas lunas había sido elegido por su "pueblo verde" y llevaba con honor este título y esta obligación. Cumplía sin quejarse su misión: dibujar un mapa con todas las charcas, estanques, remansos y aguas subterráneas del mundo, en el mapa debía aparecer todos los reyes, sultanes, faraones y jefes de las tribus anfibias.

La ranita quedó fascinada por la historia y en ese momento decidió que ella también sería una "aventurera" del Consejo. A los amigos y la gran familia de Ana esta decisión firme no le pilló por sorpresa... antes Tatiana había querido ser bailarina, minera, trapecista, cocinera y hasta capitana de un barco... cada vez que alguien llegaba al estanque con su historia Tatiana quería ser la protagonista y como no tenía una propia se adueñaba, en parte, de la de los demás.

Ya se veía Tatiana con la capa roja de "aventurera" recorriendo cada uno de los continentes... ya se veía aclamada por toda la ciudad y cómo iba saludando de un lado para otro... sería la Reina (por cierto quería una corona de oro, nada de baratijas, rompería con la tradición de la diadema de nenúfares)... sería la mejor y todo el mundo lo repetiría... siiiiii, siiii -soñaba Tatiana-.

-¿Y qué hay que hacer para ser elegida por el Consejo?- le preguntó Tatiana al sapo anciano.
-Según me dijeron, a mi me escogieron por mi valor, sabiduría, nobleza y entrega sin reservas. Yo he intentado hacerlo lo mejor que he podido, dejándome la piel en la tarea.-le contestó el viajero.

En ese momento la rana Tatiana se miró en su estanque y al verse reflejada...

-Yo tengo todas esas cualidades y además puedo aportar la belleza que este viejito no tiene, sin duda seré elegida- se dijo a si misma Tatiana.

Pasaron las frescas noches de primavera y hasta el estanque llegaron los jazmines, era verano y el Consejo estaba a punto de reunirse.

Con paso firme y después de esperar durante horas Tatiana se presentó ante el Consejo, había estudiado a los demás candidatos y ella era la mejor, después de esa noche tendrían que hacerle una reverencia al pasar.

-¿Por qué quieres ser "aventurera"?- la voz del sapo más anciano del Consejo retumbó.
-La pregunta no es ésa, la cuestión es... ¿hay alguien mejor que yo para serlo?- dijo con determinación Tatiana.

El Consejo al completo se quedó mudo, nadie había dicho algo semejante, todos llegaban humildes, muchos asustados, otros tímidos, nadie había presentado como Tatiana. Pero no quedó ahí la cosa, la ranita continuo con su discurso, se lo había preparado a conciencia, antes de que la pillaran por sorpresa ella vendería sus cualidades.

-Al Consejo le digo- seguía la rana- mírenme bien; soy fuerte, joven, sabia y disciplinada, tengo la mejor cuna posible, nada se me pone por delante y cuando tengo miedo sólo me escondo bajo el agua un par de minutos, luego estoy dispuesta a enfrentarme a todo y a todos. Hablo varios idiomas y las tortugas me respetan, además... ¿no se han fijado en mi piel suave, de un verde perfecto? ¿acaso no han visto mis ancas fuertes y mis ojos muy saltones? Nadie se puede comparar a mi.- Así terminó Tatiana, sacando aún más los ojos de sus órbitas para que los sabios del Consejo se pudieran reflejar en sus pupilas.

Pobre Tatiana, ella no sabía que el silencio del Consejo no era un signo de admiración, estaban petrificados de tanta vanidad. Era cierto que Tatiana poseía determinación y valor, incluso cierta sabiduría, conocía la historia, pero no la entendía. La historia estaba escrita por el dolor y la alegría de la "comunidad verde". Ella estaba al margen de los sapos y de las ranas que no eran héroes o princesas, ellos no estaban a su altura, pero son precisamente "los demás" los que hacen real cada historia, los protagonistas y no los secundarios... Ay... ¡qué equivocada esta Tatiana...!

Como el Consejo era muy sabio, no dijo ni una sola palabra, todos señalaron a la luna llena y le pidieron a Ana que se mirara en ella. La imagen que regresó provocó el mayor torrente de lágrimas de la historia de las ranas.

Tatiana, de repente, se vio enclenque, sus ancas eran delgadas como tallos, sus ojos había perdido la intensidad de la que Tatiana presumía, ella también tenía joraba (cómo todas la ranas), y su piel no era suave... Cuando esta ranita se descubrió tal y como era no podía dejar de llorar, el reflejo del estanque era la imagen del cariño de la charca que la había visto crecer...

Antes de que el Consejo pudiera decir su veredicto, Tatiana salió saltando para esconderse y que nadie pudiera ver su vergüenza.

Al cabo de tres lunas menguantes, el sabio regresó para hablar con Tatiana.

-Ranita, ranita....- la llamaba con dulzura el viejito.
-Tatiana, Tatiana... -ven que soy tu abuelo.

Tatiana sorprendida de que el viajero fuera su abuelo, salió de su escondite aunque no muy confiada.
-Tatiana, soy tu abuelo y durante siglos he recorrido el mundo, he visto el orgullo que provoca guerras, la avaricia que provoca peleas entre hermanos, la vanidad que alimenta la ignorancia... Tatiana he visto tantas cosas que cuando te conocí supe que debías conocer la verdad... ¿me perdonas por ser tan duro y dejarte que te presentaras al Consejo?- le rogó el viajero.

-No tengo nada que perdonarte, abuelo. La tonta he sido yo, pero he aprendido algo: aunque no tenga madera de "aventurera" puedo hacer algo por los demás... seré jardinera y cuidaré de los nenúfares y los jazmines para siempre- por primera vez Tatiana estaba decidida, pero era humilde, sabía que esa tarea era muy importante y difícil, pero la haría la ranita más feliz del estanque y del mundo entero.

Y HASTA AQUÍ, COLORÍN¡

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