PABLO Y LA RANA
A Pablo le gusta mucho jugar en el campo. Sus padres tienen una casita en un pequeño pueblo cerca de la ciudad y suelen ir casi todos los fines de semana. Allí Pablo puede jugar cerca de un riachuelo pequeño, en el que solo puedes mojarte los pies.
A Pablo le gusta cazar bichos. Caza grillos, ranas, luciérnagas… Un día atrapó una rana en un bote. Cuando iba a coger la rana con la mano, la rana le miró y dijo:
– Si me das un beso me convertiré en príncipe.
– Puagg, ¡¡que asco!! ¡¡ No voy a besar a una rana!! – Dijo Pablo. - Además, ¿para qué quieres ser un príncipe? Ya nadie hace caso a los príncipes, ¡¡es mucho mejor ser una rana que habla!!
La rana no parecía muy convencida. Él siempre había estado esperando que alguien le diera un beso para ser príncipe; y su vida como rana solo había sido esperar y esperar, esperar y esperar….
Pero entonces Pablo le dijo que ser una rana que habla era algo asombroso, único en el mundo. Todos iban a quedarse asombrados ¡Podría incluso llegar a ser presidente! o ministro de medio ambiente, o ayudante de ministro…
La rana seguía sin creerle mucho. ¿Quién iba a hacer caso a una rana? Pero aceptó irse con Pablo a su casa.
– Necesitas un nombre. ¿Cómo te llamabas cuando eras príncipe?
– Me llamaba William Baldimor tercero. - Dijo la rana muy orgullosa.
– Pues ahora te llamaremos Willy ¿vale? – Dijo Pablo.
La rana no estaba muy convencida, pero aceptó de todas formas.
El lunes siguiente Pablo llevó a Willy al cole, y se montó un gran revuelo. Todo el mundo quería ver a la rana que hablaba. En un día Willy hizo más amigos que en toda su vida de rana.
A Willy le parecía increíble, ¿cómo era posible que tanta gente le hiciese caso? Sólo era una rana verde y un poco pringosa. Pablo le explicó que no tenía que fijarse en las cosas malas, sino en lo que le hacía único y diferente de los demás.
Entonces Willy se olvidó por completo de la idea de hacerse príncipe. Aprendió a leer y a escribir, y leyó muuuchos libros y habló con muuucha gente, hasta salió por la televisión. Pero nunca se olvidó de Pablo que le había enseñado a ser feliz siendo rana.
Pablo y Willy fueron amigos para siempre.
Moraleja: Hay que sacar lo mejor de uno mismo y ser feliz.
Tomado de cuentos infantiles cortos
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