*♥*´¯`*.¸¸.*´¯`* BIENVENIDOS A MI BLOG *´¯`*.¸¸.*´¯`*♥*
Photobucket
Photobucket
Photobucket

LA RANA QUE NO CREIA EN LAS PRINCESAS


Había una vez una rana que no creía en las princesas. Decía que bastante tenía con vivir en su charca y que no la molestaran. Otras ranas le preguntaban por qué no creía en las princesas y la rana siempre contestaba:
-No creo ni en mí misma.
-¿Cómo que no crees en ti? Si nosotras te vemos.
-Y yo también me veo reflejada en el agua, pero esa no soy yo.
-¿Y quién eres?
-Nadie, no soy nadie.
Al final las compañeras de charca la dejaron por imposible.
Un buen día apareció cerca del lugar una joven y todas pensaron que era una princesa como las de verdad, porque también hay princesas de mentiras que por mucho que besen a una rana no se convierte en príncipe ni a la de tres, bueno, ya me estoy yendo por las ranas, decía que apareció lo que parecía ser una princesa de las de verdad. En seguida se reunieron ranas y sapos en el nenúfar más grande y más verde del pantano para echar a suertes haber a quién le tocaba ir en pos de la princesa y convencerla de que le diera un beso para ver si se trataba de un príncipe u otra cosa.
La casualidad quiso que le tocase a la rana que no creía en las princesas, vamos, que ni creía en sí misma.
La que parecía ser una princesa de verdad se sentó en una roca cercana y las demás ranas tuvieron que llevar a empujones a la ganadora y de un último aventón la mandaron hasta los pies de la presunta princesa. (Hasta que no se demuestre lo contrario).
-¿Quién eres tú?
-Yo soy Ricardo y no sé si soy una rana o un sapo –respondió el anfibio con timidez.
-Pues yo no sé si soy una princesa desolada que no encuentra a un príncipe que me quiera.
-¿Y qué haces por este lúgubre pantano?
-Me ha dicho un hada que venga aquí y que si se me presenta una rana le dé un beso.
-¿Y qué pasará si le besas? –preguntó Ricardo todo intrigado.
-No quiso decírmelo, sólo que sería una sorpresa.
-¡Ah!
-Entonces… ¿te beso?
A Ricardo se le subieron los colores. Del verde pasó al colorado, sus ojos saltones de sus órbitas saltaron y todo él se estremeció sólo de pensar que una muchacha tan hermosa, que podía ser princesa, lo besara.
-Yo, yo, no creo en princesas –acertó a decir Ricardo para salir del apuro.
-Pues yo no creo en príncipes encantados.
Y por sorpresa lo besó en sus verdosos labios. Entonces la rana o el sapo, o lo que fuera, se transformó en un apuesto muchachote que no daba crédito a lo que estaba pasando.
-¿Cómo yo, que no creía ni en mí, me he convertido en un muchacho tan bello y lozano?
-Hay que narcisista te me has vuelto Ricardo. ¿Sabes qué te digo? Que no soy una princesa sino la hija de un panadero.
-Vaya, ni yo un príncipe sino un tranquilo personaje de cuento de hadas.
Al final se casaron, comieron de todo menos perdices y tampoco se dieron con los platos en las narices.

portal bibliotecas virtuales

No hay comentarios:

Photobucket"

Photobucket

Datos personales