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LA RANA EL CANGREJO Y LA TRUCHA.

Hace ya muchísimo tiempo, en lo más profundo de la selva de la Isla de Bioko, había un pequeño riachuelo, que transcurría por una zona montañosa de difícil acceso. En lo más profundo de las montañas se había formado un pequeño lago donde vivían felices un grupo de cangrejos, otro de truchas y otro de ranas. Hasta que un día, se instaló un pescador en las inmediaciones que todas las mañanas bajaba al lago a pescar provisto de una caña, cobrándose una trucha, un cangrejo y una rana. Transcurridos varios días y viendo el peligro que corrían, una de las ranas convocó a toda la población del pequeño lago y les dijo: "Corremos un serio peligro, ese pescador nos exterminará", apuntando hacia una cabaña situada en la ladera de una de las montañas, de cuya chimenea emanaba un hílo de humo. "tenemos que defendernos antes de que eso ocurra", continuó diciendo. Contesto la trucha diciendo : "Yo soy el que menos riesgo corre, con dos o tres aletazos, desaparezco de la vista de quien sea. Así que no tengo por qué preocuparme". Dijo el cangrejo : "Yo tampoco tengo que preocuparme, me meto entre las rocas, en los huecos más profundos, y no me alcanza nadie". Y entonces dijo la rana : "Yo tengo que ascender a la superficie de cuando en cuando y sería presa fácil, así que tendré que buscar alguna solución". Entonces salió del lago en busca del mago de las montañas. Le contó su problema y este le ofreció un ungüento viscoso para que se untarán él y los suyos. A la mañana siguiente, apareció el pescador provisto de una red de pescar, la lanzó y se cobró tanto truchas, cangrejos como ranas. Se dispuso a recoger sus presas introduciéndolas en el cesto que llevaba, pero cada vez que cogía una rana, esta se le escurría entre los dedos y volvía al lago. Desde entonces, las ranas croan loando la astucia de su compañera y siempre llevan el ungüento untado en su piel. Moraleja: Debemos intentar resolver nuestros problemas y no cruzarnos de brazos a lo que venga. Cuento popular de Mariano Martin

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